Pero no sólo para él puesto que con su álbum “Unplugged” se premiaba también una modalidad de conciertos que acabaría convirtiéndose en un standard seguido por muchos otros. El álbum, grabado en directo y en acústico durante su concierto del 16 de enero de 1992 ante las cámaras de televisión, le hizo acreedor de tres Grammys como mejor álbum del año, mejor intérprete de rock, y mejor canción.
Este apartado resultó especialmente emotivo porque el tema que mereció el galardón, “Tears on Heaven” lo había escrito pensando en su hijo Connor, fallecido meses antes al caer al vacío desde una ventana. Aquella noche consoló a Clapton no sólo de la pérdida de su hijo, sino, también, de la desaparición de su manager y amigo en un accidente aéreo.
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